


YA PARA el verano de 1986 el rock subterráneo era un fenómeno en vías de masificación. Muchas bandas brotaron a lo largo y lo ancho de la gran Lima e incluso de provincias. La prueba más contundente fue la edición del llamado Volúmen 2 con la participación de 13 grupos: Yndeseables, Flema, Pánico, Eructo Maldonado, SDM, Eutanasia, Conflicto social, Delirios Krónicos, Exodo, Radicales, Frente Negro y Excomulgados. Esta fue la primera gran floración subte, después de las cinco bandas fundadoras. Pronto surgirían Psicósis, Luxuria, Kaos, Juventud La Caigua, Salón Dada, Argot, La Resistencia, Escombro, Se busca, Feudales, Sinkura, Cardenales, TBC , María T-ta y Empujón Brutal. Y un largo etcétera. Incluso en el invierno de 1986 nuevas bandas –como Voz Propia, por ejemplo- se reclamaban pertenecientes a una línea específica –dentro de la Movida- autodenominándose post-subterráneos o suburbanos. Hacia 1987-88 aparecen más conjuntos: Sor Obscena, La banda del Kadalzo, Crimentales, Virgen Sideral, Derrame Cerebral, Lima 13 –hasta donde esta memoria alcanza- y así culminó la década de 1980.
El rock subterráneo fue la expresión más pura del descontento que abrasaba el corazón de miles de jóvenes en el Perú de los 80s. Atrapados entre la guerra popular del Partido Comunista-Sendero Luminoso y la guerra sucia del Ejército, aquella fue una generación desolada, crecida al ritmo de la violencia cotidiana, cuya sensibilidad fluyó a través de un rock and roll directo, fuerte, conciente de lo que sucedía a su alrededor. Herederos del punk internacional los subtes de Lima crearon su propio canto de rebeldía contra un orden con el que no estaban de acuerdo. Sus líricas expresan frustración y rabia, pero también la secreta esperanza de la posibilidad de una sociedad mejor, más justa y auténticamente democrática. Varios de estos muchachos cayeron en la lucha, algunos al plegarse a la lucha armada como Alfredo Távara Reátegui –de Seres Van- y aquel joven transparente conocido por Beni Gil. Otros sucumbieron en la marginalidad como Saúl Cabrera, el Omiso, subte de la primera hora o el caso de Edwin Zcuela –líder de Zcuela Crrada- acosado por la falta de medios para un tratamiento clínico adecuado. Porque el Perú es muchas veces injusto e insensible con sus mejores mentes. Edwin Zcuela fue un joven brillante y visionario, que tuvo que terminar sus días prácticamente abandonado en un hospital sin recursos. A su modo, por su orgullosa resistencia frente al sistema hasta el final, fue un héroe del rock subterráneo. Por eso hemos querido terminar esta nota rindiéndole un nítido homenaje. Hasta la victoria siempre, Edwin.
ESTE ARTICULO FUE POSTEADO POR ESQUINA ARTE Y CULTURA
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