jueves, 3 de junio de 2010

Joaquín Sabina Este no fue un concierto cualquiera

"Este no será un concierto cualquiera, porque esta no es una ciudad cualquiera". De esta manera saludaba Joaquín Sabina a los casi 8 mil espectadores que se reunieron para escucharlo en el Jockey Club del Perú. Las 2 horas y media de espectáculo concentraron, además de un intenso frío, una pasión desbordante por el cantautor, y confirmaron, una vez más, que el músico español es tan peruano como cualquiera de nosotros.

Y no es un piropo gratuito. Sabina confirmó en muchos pasajes de su recital el amor que tiene por nuestra patria, por nuestro pisco, por nuestro Alfredo Bryce Echenique, por nuestra comida, por nuestras ciudades y por nuestras mujeres, obviamente. La secuela de canciones que sirvieron para presentar "Vinagre y Rosas", su más reciente disco, traspasó el mero concierto para convertirse en una ceremonia de amor y desamor conducida por un maestro de la bohemia.

La noche se inició con algunas piezas de su nueva placa. "Tiramisú de Limón", con ese rock imponente; y luego con "Viudita De Clicquot", la noche fue tomando forma. Fue recién con "Ganas de" y "Medias negras", los primeros clásicos de la noche, cuando el público empezó a encenderse. La banda del español fue una maquina, compuesta por músicos experimentados, expertos en el blues y el viejo rock and roll, le dieron solidez al show.

La gran noche del entrañable cantante y compositor español

"Aves de paso", "Peor para el sol", "Por el boulevard de los sueños rotos" y "Llueve sobre mojado", activaron la buena vibra en todo el Jockey Club. "Conductores suicidas" trajo de vuelta al Sabina de la calle, frontal y apasionado. Cada frase en las canciones fue la delicia de todos los presentes. Joaquín es palabra mayor, un tipo que fusiona la cruda realidad con la belleza y el arte.

Finalmente, estuvieron todas y cada de las canciones que llevaron al español al estatus de "poeta maldito" entre quienes lo siguen con pasión: "Rosa de Lima" supuso un momento emotivo por su cercanía directa al Perú. Mientas que las infaltables "19 días y 500 noches", "Noches de boda", "Y nos dieron las diez", "Contigo" y "Pastillas para no soñar", concluyeron una noche sin duda inolvidable. Joaquín Sabina pasó por Lima en una velada intensa, dejo más que felicidad en el ambiente, nos dio la sensación de querer verlo pronto y cada vez más cerca. No se demore en regresar, maestro.



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